miércoles, 30 de mayo de 2007

Capítulo I.6 Punta Arenas, Darko, Elías

Creí que ese libro me calmaría, pero mi curiosidad no cesa de crecer. Estoy impaciente de saber quiénes eran mis bisabuelos maternos y cómo y cuándo llegaron a la Patagonia. Creo que tía Filo contaba que su padre era oficial de marina o algo así. Por suerte que Internet existe en 1998 y que los intercambios van muy rápido y, si la respuesta electrónica tarda, siempre existe el recurso al llamado telefónico a Chile. Mi padre, al que todos decimos abulo desde el día que mi hija Anne-Sophie lo llamó así, es un aficionado del correo electrónico y me responde en cuanto recibe mis preguntas:

Domingo 29 de marzo

Maribel

El Abuelo Elías Mátković de Anita llegó como náufrago, pero es puro cuento que haya sido oficial. Éste se arrancó de su casa a los 13-14 años porque tenía una madrastra que lo trataba mal. Su padre era alcalde de “Boca de Cattaro”, según Neva, “de muy buena familia”. El chico, aún analfabeto, se hizo MARINERO y recorrió el mundo. Cuando su buque naufragó en los canales del sur, fue el único sobreviviente, lo salvó un buque de los Menéndez, y los Menéndez lo acogieron y protegieron, dándole trabajo como excelente CARPINTERO. Tenía buena pinta y mucha cancha. Construyó muchas casas en las estancias de los Menéndez. La Nona llegó llamada por yugoslavos de Punta Arenas para casarse con cierto fulano, pero conoció al abuelo y se fugó con él, casándose después.

Un beso, Abulo

Lo que me dice mi padre excita mi imaginación sin límites. La historia del naufragio de mi bisabuelo es más verdadera que la historia del naufragio de los protagonistas de la novela de los Pioneros. Me viene de golpe a la memoria lo que Filo me contaba, y que yo no creía, ¿será cierto? ¿Elías Mátković será el único sobreviviente de un naufragio? ¡Es una historia extraordinaria! ¿Quién era Elías? Filo hablaba de su padre con mucho respeto, decía que era oficial de la marina austro-húngaro, ¿y si fuese verdad?

La última vez que nos vimos con Filo fue en 1992, me habló de su familia, de los yugoslavos de Punta Arenas, ella hablaba aún de yugoslavos, me mostró fotos antiguas y me contó muchas cosas que lamento muchísimo no haber anotado, me contó cosas de mi bisabuelo y de la Nona. También me habló con cariño de Maité, la hija del primer matrimonio de su hermano Mateo, que el padre había desheredado y no quería ver más. Yo apenas sabía que Maité existía, nadie hablaba jamás de ella. Me dijo que no me vería nunca más y me hizo prometerle que iría a visitarla a su tumba, que estaba lista al lado de la de su hijo en el Mausoleo Yugoslavo del Cementerio de Santiago. En 1994, cuando fui a Chile poco después de su muerte, fue con mucha tristeza que cumplí con mi promesa. ¡Qué poca cosa es un nombre en una piedra! ¿Cómo decirle al mundo todo el amor que Filo nos dio?

Filo, antes de enfermarse, preparó un archivo con copia de todos los documentos importantes de la familia en su posesión, copias del certificado del bautizo de la Nona en el pueblo Postire de la isla de Brac, de los certificados de matrimonio religioso y civil de mis bisabuelos, escribió un papel con la fecha de nacimiento de cada uno de sus hermanos y del lugar donde sus padres y hermanos, ya muertos, habían sido enterrados. Hizo varias copias de ese archivo y las repartió. Gracias a ello tengo documentos que son hoy día preciosos para mí. Cuando ella hizo ese trabajo a nadie le interesaba y cuando ella hablaba del naufragio de mi bisabuelo yo no le prestaba mucha atención. Para mí era como un cuento de esos que cuentan las personas de edad para entretener a los jóvenes. Hoy daría cualquier cosa por poder escucharla una vez más.

Volviendo al presente me cuesta sacarme a mi bisabuelo de mis pensamientos. Me cuesta concentrarme en mi trabajo, me da vueltas y vueltas. Llamo a mi hermana a Nantes, a mi tía a París, escribo e-mails, pero sólo yo estoy afectada por este naufragio sucedido hace mas de un siglo. ¿Qué hacer? Necesito compartir mi emoción que no deja de aumentar. Tengo una inspiración, puedo utilizar mi acceso a Internet. No soy una buena internauta, utilizo el correo electrónico y en general me basta y me sobra con ello, no tengo tiempo que perder en andar navegando por la red. Una vez no es costumbre, lanzaré una botella al océano, un anzuelo al agua a ver lo que encuentro. Voy a buscar en Internet si encuentro gente que lleve el apellido de Elías. Ya que me pongo a “navegar” aprovecho a ver si encuentro referencias a personas que lleven los apellidos de mis otros abuelos maternos y paternos. Encuentro algunas, entre las cuales una en inglés a Zoran Letica, un profesor croata que lleva el apellido de mi abuelo materno, le escribo una carta en inglés a la que me responderá unas semanas más tarde, muy amablemente, diciéndome que no es parte de mi familia. No encuentro ninguna referencia que lleve mi apellido paterno, lo que sí encuentro es una página, esta vez en español, de un cierto Darko Mátković que parece ser ingeniero. Darko lleva el apellido de Elías. En su página aparece una dirección de correo electrónico. Le escribo inmediatamente, sobre todo que es muy fácil hacerlo por el idioma. Hay otros personajes con ese apellido, pero con páginas en inglés y no me animo a escribirles.

Lunes, 30 de marzo

Darko

Soy nieta de Paulina Mátković de Punta Arenas Chile.

Vivo en Francia casada con un francés. ¿Es usted de la familia?

Maribel

Cuál no sería mi sorpresa al recibir pocas horas después respuesta del señor Darko Mátković.

Martes, 31 de marzo

Maribel,

No me extrañaría nada. Hay relativamente muy pocos Mátković y yo soy nacido en Chile. En Chile, hoy por hoy solo me constaban dos Mátković de familia muy directa. Mi madre es de Punta Arenas, pero ella no es Mátković. Mi abuelo y mi padre vivían en Santiago. ¿Tenía hermanos Paulina? ¿Eran sus padres de Istria?

Darko

Me dice que su familia es chilena, pero que su abuelo era de Santiago, no me dice que venía de Punta Arenas. Esto me parece rarísimo. Si me hubiese dicho que no venía de Chile tal vez yo no habría insistido. En el fondo, estoy casi segura de que es hijo de un primo hermano de Anita y eso me excita terriblemente. Le envío entonces un e-mail, en el que le digo que pienso que es de la familia y en el que le cuento, con algo de detalles, quién soy, con nombres apellidos y todo. Le comento cuáles son las motivaciones que tuve para ponerme a averiguar sobre la familia; cómo, después de leer el libro Los Pioneros, mi curiosidad aumentó y todo lo que me emocioné al recibir la respuesta de mi padre con la increíble historia del naufragio, texto del que aprovecho de enviarle una copia dentro de mi carta. De verdad que estoy muy entusiasmada. Le cuento de los papeles que dejó tía Filomena, de mis recuerdos de la Nona. ¡Si ya no sé qué no le cuento! ¡Si hasta le comento de los problemas de la vista de algunos miembros de la familia!

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